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¿Quién gobierna las emociones del consumidor en el Blue Monday?

Escribo este artículo en el mes del Blue Monday, el día presuntamente más triste del año. Digo presuntamente porque el origen se enmarca, como muchos ya sabréis, en una campaña de marketing, por lo que su intencionalidad prácticamente está probada. A saber, este día el psicólogo Cliff Arnall halló las variables que ya todos conocemos.

Según él, en el tercer lunes de enero tenemos más números que ningún otro lunes de pasar frío, de tener menos dinero en la cuenta tras las compras navideñas y de haber abandonado ya el primero de nuestros propósitos marcados en el año. Sin ambages, el tercer lunes del mes se presenta como el día perfecto para intentar no salir de casa.

Pero, ¿por qué se ha convertido en fecha señalada en el calendario desde 2005? ¿Qué lo ha llevado a triunfar y permanecer como uno de los #hashtags más buscados? La misma fuerza que nos lleva a iniciar el año y creer que seremos capaces de perder 4 kilos en 4 semanas. La fuerza de la esperanza, en el caso de los propósitos (y que conocen bien las marcas), y la fuerza del pesimismo, en el caso del Blue Monday, y que ahora también conocen las marcas.

El marketing se alimenta de las emociones y estas no necesariamente deben ser positivas, alegres u optimistas. Y este día es un ejemplo. Pensemos. ¿Qué puede devolvernos la felicidad en un día presuntamente triste? Una compra. Una compra ligera. Pero si precisamente el Blue Monday nos dice que la cuenta corriente está temblando, podemos objetar.

Pero, ay, ¿quién no ha sentido aumentar su nivel de dopamina cuando adquiere algún gadget o artículo de ropa inofensivo? Las marcas lo saben y se postulan (con sus textos) como una buena receta anti-tristeza.

Escrito por Maïder Tomasena, CEO de la agencia Fluo y de la Escuela de Copywriting

Fuente: https://www.marketingdirecto.com