Asociación Nacional de Anunciantes de Colombia
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Bogotá, Colombia

PALABRAS DEL PRESIDENTE JUAN MANUEL SANTOS EN LA PRESENTACIÓN DEL ACTO LEGISLATIVO QUE ELIMINA LA COMISIÓN NACIONAL DE TELEVISIÓN

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Bogotá, 21 jun (SIG). “Hace 57 años, el 13 de junio de 1954, apareció en los diarios del país un pequeño titular que anunciaba: “El Presidente se dirige al país por televisión a las 7 p.m.

Parecía una noticia cualquiera, mucho menos importante que la inauguración del Banco Popular Hipotecario o el comienzo del Mundial de Fútbol en Suiza, que tuvieron mayor despliegue ese mismo día.

Esa noche del 13 de junio nació en Colombia la televisión, ese gran invento hasta la fecha desconocido en el país, pero que ya desde 1939 funcionaba en Estados Unidos y unos años atrás en Alemania e Inglaterra.

Al día siguiente a esa transmisión en la que el general Rojas Pinilla se dirigió a la nación por primera vez a través de este medio, la prensa –que en ese entonces, infortunadamente, estaba amordazada por el régimen– publicó:

"Con magnífico éxito se inauguró anoche la televisión en Bogotá. En perfectas condiciones retransmitió la torre de Manizales. Gran nitidez de la emisión. Un atrevido debut a control remoto. La TV colombiana, en su aspecto técnico, ha entrado por la puerta grande y anticipa grandes augurios. Ningún otro país ha debutado con tan magnífico éxito".

¡Cuántos años han pasado y cuánto ha cambiado e influido en nuestras vidas la televisión!

Ese medio –que se ha convertido en el huésped permanente de nuestros hogares- es una especie de ventana de ilusión que nos permite soñar y hacer parte de cientos de historias en el mundo.

En nuestro país la televisión es parte importante del 92 por ciento de los hogares, y sigue en constante evolución y enfrentando grandes retos.

Hoy, por eso, es un día muy importante, porque podemos afirmar que estamos dando los pasos para prepararnos y estar a la altura de esos retos.

Es un verdadero honor para mí presentar hoy este acto legislativo que aprobó el Congreso casi por unanimidad, después de 10 intentos fallidos de reforma y de 15 años de debates sin resultado alguno.

Debo decir que esta reforma, como tantas otras que hemos logrado en esta histórica legislatura, ha sido posible gracias a la Unidad Nacional –que tan buenos resultados nos ha dado- con el apoyo, también, de congresistas de partidos por fuera de la coalición.

En el país había un consenso –que nosotros recogimos- de que era necesario reformar la Comisión Nacional de Televisión, un organismo que vio la luz con la constitución del 91, pero que con el tiempo se había convertido en una entidad costosa, lenta y a menudo politizada.

Por eso consideramos que este paso que estamos dando es una expresión de Buen Gobierno que, además, nos permitirá un ahorro importante en recursos, pues la Contraloría ha calculado las pérdidas que la industria ha afrontado por no contar con un modelo de regulación moderno para el servicio de televisión en cerca de 111 mil millones de pesos anuales.

En el Gobierno nos hemos propuesto ser muy ambiciosos con las nuevas tecnologías, y en materia de televisión veníamos experimentando un rezago –frente a otros servicios como el de internet o telefonía móvil– por cuenta de la poca eficiencia del esquema actual de regulación de la televisión.

Así que ahora tenemos por delante una hoja en blanco que debemos reescribir, y vamos a hacerlo de la mejor manera para cumplir con todos los retos que se nos vienen en esta materia.

Hoy quisiera delinear tres principios sobre los cuales se sustentará, en adelante, la política de televisión del país.

El primero es que el ente que se encargue de la regulación y vigilancia de contenidos y del tema de las concesiones en materia de televisión debe seguir siendo un organismo INDEPENDIENTE.

Y cuando digo independiente me refiero a independiente del Ejecutivo, pues esta reforma no la promovimos para hacer del ente rector de la televisión un apéndice del Gobierno.

Y, por supuesto, independiente de presiones políticas, regionales o gremiales que afecten o influyan en sus decisiones.

Será un ente que obre para garantizar, en el tema de la televisión, la vigencia de principios tan importantes como la libertad de expresión, la libre competencia, la transparencia en los procedimientos, la calidad en los contenidos y el pluralismo democrático.

El segundo principio de esta reforma es el carácter TÉCNICO que tendrá la entidad que maneje la política de televisión.

La idea es que tengamos una entidad con una burocracia mínima, donde incluso los miembros de su comité directivo no sean funcionarios de carácter permanente aunque, eso sí, deban ser expertos del más alto nivel.

En adelante, toda decisión sobre el futuro de la televisión será tomada bajo parámetros científicos, técnicos, de conveniencia para el país, y sin injerencias de ninguna otra clase.

El tercer principio en el que fundaremos esta reforma a la televisión es que aquellas funciones que puedan ser asignadas a otras entidades que ya existen en el Estado, sin generar mayores costos, sean asumidas por éstas.

Se trata de un principio elemental de EFICIENCIA ADMINISTRATIVA que nos permitirá, además, una adecuada convergencia, como la que ya existe en la tecnología a nivel digital.

Porque lo que hoy se puede ver a través de la televisión, también puede ser transmitido por otros medios que utilizan el espectro radioeléctrico.

En otras palabras –para dar un ejemplo– hoy puede accederse a internet a través del televisor o ver televisión en el computador, lo que nos muestra la necesidad de unificar criterios de manejo de redes y del espectro.

Sobre estos tres principios anunciados el Gobierno iniciará un proceso para escuchar las opiniones y sugerencias de los involucrados en el tema de la televisión, desde canales regionales, operadores privados y expertos hasta los mismos usuarios.

El objetivo es lograr, entre todos, un sistema de regulación y control que se convierta en una especie de “estado del arte” en materia de televisión.

Por supuesto, sabemos que tenemos que obrar con prontitud, pues el acto legislativo da al Congreso seis meses para definir la distribución de competencias entre las entidades del Estado que tendrán a su cargo el manejo de la televisión.

Por eso, en las próximas semanas el Ministerio de las TIC se dedicará, con toda diligencia, a convocar y escuchar a los interesados, para poder presentar el mejor proyecto posible el próximo 20 de julio.

La Comisión Nacional de Televisión, en virtud de esta reforma, ya no tiene rango constitucional pero ello no significa que se haya acabado, pues seguirá cumpliendo sus importantes funciones mientras se define y pone en marcha el nuevo esquema.

Por eso me es grato anunciar hoy que he designado como representante del Gobierno en la Comisión al doctor Jaime Estrada, uno de los mayores expertos del país en materia de comunicaciones y construcción de políticas para esta industria.

Yo no lo conocía. Llegó por sus propios méritos, después de un prolongado proceso de búsqueda, y creo que hemos acertado con la elección correcta.

Ingeniero civil de la Universidad de Los Andes, el Jaime Estrada tiene en su hoja de vida un máster en Economía y Negocios de la Universidad de Essex y otro –nada menos que en Regulación– del London School of Economics.

Su experiencia en en el Gobierno –al que estuvo vinculado en el Ministerio de Comunicaciones y como miembro de la Comisión de Regulación de Comunicaciones– y en el sector privado –donde ha tenido un exitoso desempeño no sólo a nivel nacional sino continental– es garantía de que será un positivo aporte en este empeño de mejorar y modernizar nuestra televisión.

Con su apoyo y experiencia –y también con el de los demás comisionados– vamos a adelantar el proceso que hoy comienza para hacer de la televisión colombiana una televisión a la altura del siglo y el milenio que vivimos, ¡de talla mundial!

¿A qué clase de televisión debemos aspirar?

A una televisión que no sólo sea entretenida sino también cultural, forjadora de valores y de ideas.

A una televisión libre, sin asomo de censura alguna; y debo decir que esto se aplica no sólo a la televisión sino a todos los medios de comunicación.

La revolución que ha significado el fenómeno de las redes sociales en internet implica que el concepto de libertad de expresión sea entendido con un alcance mucho más amplio que el que la relacionaba principalmente a la prensa escrita, la radio y la televisión.

Todos los días somos testigos del poder de estas redes en el mundo, capaces de convocar manifestaciones masivas de ciudadanos e incluso hasta de promover cambios históricos de gobiernos.

Por eso reitero aquí –y espero que quede muy claro– que vamos a garantizar que todos los colombianos puedan expresarse por la televisión, por las redes sociales y por cualquier otro medio de comunicación, con total libertad, como debe ser.

Aspiramos, también, a una televisión con contenidos de calidad, tanto en los canales privados como en los públicos y regionales.

Buscamos la promoción de la industria de contenidos del país, así como potenciar el talento y creatividad de nuestra industria nacional.

Y no me refiero sólo a contenidos de televisión, sino de todos aquellos que pueden ser producidos por la capacidad y el ingenio de los colombianos: telenovelas, documentales, películas, videojuegos, animaciones y aplicaciones.

Colombia cuenta con una materia prima muy especial, que es la creatividad productiva que nos caracteriza, y es el momento de aprovechar esa ventaja competitiva para hacer del país un centro exportador de contenidos para el planeta.

Precisamente hoy, hace algunas horas, nuestro gobierno, en cabeza del Ministro TIC, lanzó la Política de Contenidos Digitales más ambiciosa que haya sido concebida en la región para promover nuestra industria de contenidos y posicionarla globalmente.

Finalmente, promoveremos una televisión –tanto cerrada como abierta– donde haya libre competencia, como una garantía de calidad para los televidentes.

Más competencia también significa más inversión y más empleos.

En cuanto a la televisión abierta, quedará en manos del nuevo organismo –con su carácter técnico e independiente– el manejo de la licitación de más canales para que haya más competencia.

En suma, como podemos darnos cuenta, con esta reforma lo que queremos –y lo que vamos a hacer– es incentivar la industria, potenciarla para que pueda desarrollarse mejor y más rápidamente y a su vez tenga una mayor inversión.

Estoy seguro de que esta reforma cumplirá con las expectativas que tenemos en materia de televisión.

Quisiera terminar con una frase de Robert Kennedy, que encierra el concepto de lo que significa ser un visionario.

Él decía:

“Algunos hombres ven las cosas como son y dicen: ¿Por qué?

Yo sueño con cosas que nunca fueron y digo: "¿Por qué no?".

Eso es, precisamente, lo que queremos hacer con este proyecto y con tantas otras reformas importantes que nos hemos propuesto llevar a cabo.

Queremos soñar con alcanzar metas ambiciosas; con una televisión libre, entretenida, culta, de calidad y con los más altos estándares tecnológicos.

Tenemos las herramientas y la voluntad, así que –como decía Bob Kennedy– ¿POR QUÉ NO?

Muchas gracias”.